domingo, 20 de septiembre de 2015

VIAJE A MUNICH Y ALREDEDORES (III)



Al día siguiente, miércoles, recorrimos Oberrammergau, un pueblo de casitas pintadas con gran cantidad de tiendas de artesanía, especialmente de motivos navideños. Muy bonito.




De camino a la siguiente población, Mittenwald, paramos en un salto de esquí que encontramos.

Mittenwald es similar a Oberrammergau pero incluso es más bonito aunque más condensadas las casas para ver. No sabría elegir. Lo que sí que es, es más turístico.



Por la tarde fuimos a Innsbruck. En Innsbruck hay que ver: la taberna del águila (la más antigua de Austria), el tejadillo de oro (lo mejor junto con la iglesia), la calle María Teresa, el castillo de Ambras (que si no os da tiempo os lo podéis saltar) y la iglesia Holfkirche con un mausoleo sumamente curioso. Cuesta 5 euros la entrada pero merece la pena. En el centro se encuentra la tumba, con paneles de alabastro que escenifican distintas escenas sumamente elaboradas (preciosas). A ambos lados de la tumba hay estatuas grandes de personajes relacionados con el difunto, también muy logrados. El conjunto resulta sorprendente.




Esa noche dormimos en Salzburgo, en un albergue juvenil (Muffin Hostel). Para el pago no admiten tarjeta. Los llaveros eran curiosos: muñecos de peluche como serpientes, osos, cerdos,... Desde luego que así no pierdes las llaves. Nos hicieron rellenar un cuestionario que daba pereza si llegabas cansado. Las toallas hay que pedirlas, si no te encuentras que no tienes toallas y te da un sock. Son literas. El baño la única pega es que no tiene plato de ducha. Las camas no te las dan hechas y el desayuno existe a partir del 14 de julio, así que no tuvimos desayuno. Lo que fue extraño fue la cantidad de enchufes que había: 10 enchufes para 3 personas. Se nota que es para jóvenes. El albergue está en el quinto pino, así que si no tienes coche no lo aconsejo.
Al día siguiente visitamos Salzburgo, la ciudad natal de Mozart. Desayunamos en una cafetería al lado de la plaza Mozart y aunque fue cara estaba todo buenísimo (está en una callejuela, dónde el parking). No vimos la casa de Mozart pero sí la ciudad. Tiene un paseo por el río muy bonito, la plaza Mozart y diferentes edificios. Tanto en Innsbruck como en Salzburgo vendían unos imanes de violines de regalo que gustaron. Salzburgo está bien pero no es una pasada. Vamos, que lleva fama pero no lo encuentro para tanto pero cómo lleva fama... A la ciudadela de arriba intentamos subir pero el camino que nos dijeron era una auténtica birria, muy estrecho y empinado, por lo que desistimos.



Después de Salzburgo fuimos al palacio de Herremchiensse, uno de los del rey loco. Es precioso y desde mi punto de vista, imprescindible. No te dejan hacer fotos, así que a tirar de postales. Para llegar tienes que ir a Chiensse y allí coger un barco (a pagar) porque el palacio está en una isla. El parking (antes del barco) no salió caro (3 euros).

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