Una de mis mejores experiencias fue la visita al
Cennacolo Vinciano, así que aunque no llevábamos reserva (obligatorio para entrar) decidimos intentar probar.
http://www.cenacolovinciano.it/html/hp.htm
La cosa no funcionó, las reservas están para Junio, aunque pudimos visitar la iglesia anexa de
Santa María de la Gracie, realizada por Brahamante y Scolari. Esta iglesia fue ideada por
Ludovico el Moro como lugar de reposo de los restos de su familia, los Sforza. Magnífica.
Aunque no lo comento, Milán tiene alguna línea de metro,con la que se puede ir al centro, y a partir de allí, se puede ir andando a todos los sitios. Hay billetes individuales -sólo un viaje aunque puedes usarlo durante 45 min- y giornalero (todo un día).
A continuación fuimos al
Castello Sforzesco, una mole en el centro de la ciudad. Nos tomaron el pelo unos africanos con una pulsera que nos pusieron a la fuerza -sólo fal
tó la pistola- y nos querian cobrar 2 eur por persona. Dentro vimos una sala pintada por
Leonardo y los famosos tapices de
Trivulcio, dentro de una especie de museo musical, muy interesante, por cierto. Había una carrera popular que animaba mucho el centro de la ciudad, que no es demasiado comercial comparado con otras ciudades.
Después fuimos a la
Piazza dil Duomo, pasando por la magnífica aunque escondida
piazza dil mercanti, junto a ésta. Allí la Laura subió a la terraza de la catedral (por cierto, impecable, como recién estrenada) mientras yo miraba libros por la plaza. Después vimos la galería
Umberto I 
y se nos hizo la hora de comer.
El tercer día de viaje fuimos a Turín, y nos gustó bastante. Es una ciudad repleta de soportales y con mucho estilo y elegancia, a cual plaza más bonita. Visitamos casi todas las plazas, el museo egipcio (el tercero mejor del mundo), aunque estaba muy apelotonado todo y con mucho escolar que no dejaba ver bien el museo, el palacio Madama -antigua puerta romana- el palacio real (un palacio más), la calle peatonal más larga de Europa (Giussepe Garibaldi). Allí comimos en una bocacalle en La Biciclette, vía Saint Agosttino, muy bien. Después visitamos la otra puerta romana, la catedral -la peor del viaje-, y bajamos por la otra calle de tiendas, junto con la mencionada y la fastuosa vía Roma, la Vía Po, para llegar a la mole Antonelliana, donde tras una magnífica ascensión divisamos la ciudad entera. Nos quedaron de ver 2 palacios Cavour y la Basílica de Superga, pero ya estábamos cansados -y se encuentran en las afueras- y regresamos a casa (Milán).
