DÍA 4 - 26 julio
- FERRARA - tarde Bolonia
Tren: Duración: media hora. Coste: 4, 60 e.
¿Qué ver?.:
Castillo Estense (por fuera). Imprescindible.
En el interior (plaza) se encuentra la oficina de turismo.
Duomo (imprescindible).
Calle della volte (regular).
Calle Mazzoni (muy curiosa).
Palacio Schifanoia
(personalmente me lo saltaría por estar lejos y sólo tiene dos salas).
Palacio del Diamante: Bonito en
su exterior.
Al día siguiente (domingo 26
julio), salimos de la estación de trenes en dirección a Ferrara a las nueve y
veinte de la mañana. Observamos que en la estación hay un punto de encuentro,
que es ideal por si te pierdes. En el tren se pone a hablar con nosotros un
italiano.Se pone a hablar de todo un poco con nosotros, de fútbol, de
motos, etc. Resulta al final que es un mendigo y nos pide dinero. En los días
que llevamos en Italia no hemos visto en el tren a un revisor. Nos resulta curioso que en la mayoría de los trenes hay cargadores para el móvil (en el AVE
español no).
En Ferrara sigue haciendo
bastante calor.
Cuando
llegamos a Ferrara vemos un mapa de la ciudad. No vemos preciso de momento
comprar un mapa. Llegar al centro de la ciudad es fácil.
En primer lugar vemos el castillo Estense, que es un edificio
enorme. En el castillo está la oficina de turismo,
y allí nos dan un plano. No vale la pena ver el castillo por dentro.
Aproximadamente a cinco
minutos del castillo está el Duomo,
situado en una plaza preciosa con un palacio renacentista. La portada de
la catedral es magnífica y el interior tampoco está nada mal.
Visitada la catedral continuamos
a la calle della volte, que es una
calle con arcadas de estilo medieval.
Callejeando pasamos por la calle Mazzoni, con decoración
peculiar de paraguas a modo de sombrillas,
y después de pasear un poco, llegamos al palacio Schifanoia, que es una decepción. Está un poco lejos del
centro de la ciudad y hace un calor mortal. Nos cobran 3 € por persona
para ver dos únicas salas, una con frescos y otra con artesonado. No es
muy recomendable la visita. Finalmente, y tras pasar otra vez por el castillo
Estense, vamos a ver el Palacio del
Diamante, con un bonito exterior de estilo renacentista.
Señalar que en muchas ciudades italianas el suelo está empedrado, por lo que
conviene ir con un calzado apropiado para ello.
Regresamos a la estación de
trenes para volver a Bolonia. Los billetes cuestan 4,60 € por persona.
Comemos algo en un bar cercano a
la estación. Un trozo de pizza (cuando
es un trozo se llama "al taglio", para que lo sepáis cuando veáis
la expresión), 2 e por cada trozo y bebidas a 1, 50 € cada una. En los bares no
cobran coperto.
Ya en Bolonia, nos duchamos y
dormimos un poco la siesta en el hotel.
Tarde: Bolonia - torres medievales.
Repuestos, nos acercamos a la
estación a comprar un tren para ir a Parma. Una vez que cogemos el billete vemos que el tren que vamos a
coger lo han cancelado. Como vemos que por la hora que es ya no vamos a
poder ver los monumentos principales de Parma y no tenemos plan B, decidimos
pasar la tarde en Bolonia. Primero estamos en un bar cercano a la estación;
pedimos una coca cola y también agua de melocotón, pero el camarero nos ofrece agua con menta, que es una bebida italiana,
y que está bastante buena. Por las dos consumiciones nos cobran 7 €, una
barbaridad.
De camino a la Plaza de Neptuno
nos encontramos con dos torres
medievales. Una torre es la torre Prendiparte,
que está en la placeta del mismo nombre, al lado de la calle Albiroli, y
la otra, de 60 metros de altura, en la calle
Azzoguidi. Nos encontramos con unos españoles que buscan la torre
Prendiparte; no llevan plano y sin embargo conocen la torre (nos resulta
extraño). Callejeamos un poco por Bolonia y vemos las iglesias que están
abiertas (ninguna reseñable).
Cenamos en el restaurante de
ayer. Pedimos 2 pizzas: una de cuatro quesos y otra la carbonara (esta última
no estaba muy buena). El agua es natural, (hay que decir aqua naturale siempre en Italia porque si no te dan con gas). Comer
una pizza por persona en este restaurante es demasiado. Se quejan de que los
españoles hablan muy alto, pero los italianos también lo hacen. Al comer las
pizzas ponen siempre aceite, uno normal y otro picante.
Comentar que en Bolonia, al igual que en las demás
ciudades italianas que de momento hemos visitado, mucha gente se desplaza en
bicicleta. De hecho, Ferrara se encuentra entre las cinco primeras ciudades
del mundo que se mueven más personas en este medio de transporte.
Observamos que la oficina de turismo está en unos
soportales de la plaza Maggiore. En las oficinas de turismo italianas la
información es muy mala: te dan un plano de la ciudad pero no te explican nada
de los monumentos más importantes que hay que ver.
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