Dormimos en Esparta (cuidado porque llegamos de noche y había excursionistas caminando por la carretera), no esperéis
ver nada allí, pero junto a ella está Mistra, en su tiempo la segunda ciudad
más importante del imperio Bizantino, hoy en día ocupa toda una colina de
ciudad fantasma, aunque las iglesias y monasterios se conservan bastante bien.
En el Peloponeso también podemos visitar Monemvasia, el templo de Apolo y
Olimpia, pero nosotros volvimos a Atenas.
Las vistas son inmensas, como en general en Grecia. Subimos al castillo en coche pero no llegamos a entrar porque se nos hacía tarde.
Las vistas son inmensas, como en general en Grecia. Subimos al castillo en coche pero no llegamos a entrar porque se nos hacía tarde.
Después volvimos a Atenas para devolver el coche (pasamos junto a un templo famoso que está cubierto pero no entramos) y paramos un poco en Corinto, pero no pasamos más que mucho calor (ese año había una ola de calor, en general en toda Europa). También nos detuvimos un poco en el canal de Corinto y la verdad impresiona, es de un color azul turquesa y muy curioso.
Al día siguiente, madrugamos para partir del Pireo rumbo a Creta (los billetes se pueden comprar desde España y te los envían a casa, aquí mismo, por ejemplo: http://www.greekferries.gr/). Pasamos por el famoso rastro de Atenas, pero después de estar en Madrid, la verdad es que no es más que un mercadillo de ropa grande, donde encima nos pegó un buen susto un perro que se nos echó encima. Al Pireo se puede llegar en metro donde por cierto me caí y dí un buen culetazo. El viaje nos impregnó de carbón de la chimenea del transatlántico (al principio no sabíamos por qué teníamos toda la ropa y maletas sucias) y duró casi unas 7 horas. Después intentamos ir a la playa, pero se nos hizo de noche y sólo nos mojamos los pies en una playa de piedras, y al coger el bus de vuelta, cerró con la mochila dentro y partió (con ella, pero sin nosotros). Fundamentalmente lo que más me preocupó eran las gafas y el monedero, que iban allí (sin gafas no veía nada). Menos mal que por aquella época (algo más joven) logré alcanzarlo y aporrearlo hasta que paró y abrió (gafas, pasaporte, billetera, todo). Desde aquella ocasión solemos subimos con nuestras pertenencias. Aquél susto se solventó con una cena en el puerto Veneciano de Heraklion a base de mariscada.(todavía tengo el sabor del pulpo en la boca de lo buena que me supo)
Ya de mañana cogimos un bus hacia Cnossos, magnífico palacio (el del laberinto y el minotauro) descubierto por Evans. El sitio es muy agradable pero está abarrotado de gente. En Creta podemos ver más cosas, como el palacio de Festo y alguna otra más (www.recorrereuropa.blogspot.com) pero como siempre no tenemos tiempo y tuvimos que partir hacia Mikonos. En el camino pasamos por un montón de islas, entre ellas Santorini (una de las posibles localizaciones de la Atlántida y posible causa de desaparición de la cultura minóica), Ios, Naxos, Paros, etc. A Mikonos llegamos de noche y estuvimos a punto de quedarnos en el barco, debido a un error al interpretar la megafonía (nosotros pensábamos que era final de trayecto y estaba pidiendo que saliera todo aquel con destino Mikonos, así que tuvimos que salir como Indiana Jones, apartando a la gente a base de golpes de “mochilete” y dando un último salto con el barco ya zarpando). Después de este gran susto, mi mujer se enfadó y suspendimos la excursión a Delos (lugar de nacimiento de Apolo y centro del mundo antiguo, según los griegos) cambiándola por un paseo a la ciudad (es un importante centro turístico, especialmente de homosexuales -bonito puerto y comercio turístico-) y playa en Ornos, un pueblecito próximo. (agua limpia, con peccecillos,llegamos en bus en 20 min)