Este blog sería grande si nos animáramos todos a hacer colaboraciones, ya sabéis que el objetivo es descubrir sitios en Europa que no sean los típicos (Londres, París, Roma,etc.) pero que podemos visitarlos antes de "haber visto todo en Europa" y tenernos que ir a Jordania o Nueva York.
En este caso la colaboración es de mi hermana ya que amigos y conocidos muy poquitos "tienen tiempo" para aportar su granito de arena. Arrieritos somos...
Los-as demás, lectores que no os conozco, podéis escribirme y contar vuestras experiencias mirando en mi perfil, allí tendréis un mail de contacto. Animaros y compartir.
Si por un casual os vais de viaje a Milán podéis hacer excursiones por
los alrededores como hice en mi reciente viaje (Julio 2012) entre las
distintas poblaciones que rodean "Milano" se encuentra Cremona, a tan
sólo una hora en viaje en los fantásticos trenes italianos (no os
olvidéis de ticar el billete antes de subiros). Pero, ¿realmente merece
la pena ir a esta ciudad o podemos prescindir de ella para disfrutar de
algo más interesante como digamos la preciosa Verona (imprescindible)?.
Francamente, esta excursión estaría bien si fueramos italianos y
queremos conocer a fondo el país pero viajando al extranjero donde el
tiempo y el dinero no nos sobra creo que podemos perfectamente
prescindir de su visita.
Cremona ofrece básicamente dos lugares
turísticos básicos: La plaza de la catedral y un museo de violines. La
plaza es pequeña pero bonita y en ella se encuentra, además de la
catedral, el batisterio (donde se bautizaban a los niños) y la lonja.
Antes he citado que además de la
plaza de la catedral se encuentra un museo de fabricación de violines
(con Stradivarius). Recordar que en Cremona estuvieron trabajando las
tres familias más importantes de toda la Historia de la música de
luthieres (fabricantes de instrumentos, generalmente violines):
Stradivarius, Guarnerius y Amati, especialmente en la época Barroca
(siglo XVII y primera mitad del XVIII). No es raro, por tanto,
encontrarse con pastelerías en las que sus dulces toman la forma de
dichos instrumentos o bien estatuas de estos luthieres tan destacados.
De todas formas si os animáis
a ir no os olvidéis de entrar en la oficina de información y turismo en
la que nos atendieron muy amablemente además de facilitarnos
información de las ciudades cercanas así como mapas de carreteras de la
zona.
Cremona por lo demás nos ofreció la sensación de una ciudad
algo descuidada y bastante desangelada por el escaso ambiente que había,
no sólo de turistas, sino de sus gentes, aunque los mismos nos
parecieron muy amables.
Nosotras no entramos al
museo porque en un blog había leído que salvando si eras un entendido en
violines el precio de la entrada (7 euros) no merecía la pena para
tanto violín por muy buenos que fuesen.
. La entrada al batisterio nos costó dos euros que merece la
pena pagarlos. Su interior destaca por una gran cúpula de varios lados a
semejanza de una inmensa chimenea que impresiona nada más entrar. Por
lo demás, esculturas y otro tipo de elementos religiosos que desmerecen
si lo comparamos con la cúpula que es lo que merece realmente la pena. La catedral no la pudimos ver porque eran las 12:10 y
¡cómo no!, estaba cerrada, algo habitual en las iglesias de Milán y
alrededores que cierran a las 12 en punto para abrirlas generalmente a
las 15:30. Así que..., ¡ojo! con los horarios además de no olvidar
llevar algún chal o pañuelo para poderte cubrir los hombros si viajas en
verano o si no no te permitirán entrar en algunas iglesias. El exterior
de la catedral es bastante bueno (aunque no lo suficiente para una
excursión propia, claro). Además no os olvidéis observar
en la torre que franquea la fachada a la izquierda un reloj con los
signos del zodiaco.